Felicitaciones querido amigo de cadenas compartidas y menú para buitres canadienses. Que los años venideros sean menos grises que los ya vividos, que se aburra la rutina de partirte los cojones, que se muera la desdicha de los tiempos difíciles, que se ablande la vida que es más dura cuesta arriba.
Que no te tienten a negociar los elixires sagrados de la imaginación por salidas fáciles o promesas de virtudes, que no te paguen la mudanza a la fábrica de los autómatas, que no te roben el humor, que no te cambien la ironía por sumisión.
Acuérdate de vivir por las nubes algunos días, de escupirle en las mascaras a la gente, de degollar con la lengua a quien se lo merezca, de juntar palabras para deshacer imperios. Tomate unas vacaciones en la biblioteca de babel, naufraga por las rimas de otros profetas, no mueras en vida, pinta siempre la verdad que es la mejor de las mentiras.
Finalmente, hermano de soledad, absuélveme horrores ortográficos, perdona inexperiencias, desviate algunas noches por el mar, escapa del computador, fúmate un cigarrillo tejiendo historias cotidianas, festeja tu natalicio que la vida comienza cada mañana.