Ese dinero no es mío
Todas las mañanas me vomitan a un cielo gris, cargado de smog, y promesas incumplidas. Para caer nuevamente en la carrera del reloj, las duchas apuradas, y desayunos al paso; para viajar apretujado en una lata de sardinas, mientras me pisan los zapatos que lustró mi mamá, y me gana el sueño por la madrugada incompleta de ayer. Corriendo para hacer mi transbordo, combis de 50, mototaxis como insectos venenosos, bajan en la esquina, 8 y 50, sube, corre, vuela. Días de sueño, frio y pesar, ¿Quién me ha robado el sol?, solo queda la mañana que arranca su rutina frente a una puerta de cristal cerrada… llegaste tarde, una vez más, una vez más.
Todas las mañanas me vomitan a un cielo gris, cargado de smog, y promesas incumplidas. Para caer nuevamente en la carrera del reloj, las duchas apuradas, y desayunos al paso; para viajar apretujado en una lata de sardinas, mientras me pisan los zapatos que lustró mi mamá, y me gana el sueño por la madrugada incompleta de ayer. Corriendo para hacer mi transbordo, combis de 50, mototaxis como insectos venenosos, bajan en la esquina, 8 y 50, sube, corre, vuela. Días de sueño, frio y pesar, ¿Quién me ha robado el sol?, solo queda la mañana que arranca su rutina frente a una puerta de cristal cerrada… llegaste tarde, una vez más, una vez más.
Esta es la reseña de una mañana cualquiera, con una tardanza cualquiera, y una sanción más para la colección, no se asuste lector, no suelo dirigirme tan directamente a usted muy a menudo, me tiemblan las rodillas con solo escribirte a la cara, pero para empezar hagamos esa excepción. Mi tiempo se va entre las finanzas que me encargan y mis planes sueltos por las escaleras, claro que tengo liquidez, y a veces hasta en euros, más que tú y él juntos, pero, para empezar bien este blog, te cuento un secreto, ese dinero no es mío.
Giancarlo Távara Blas
“Caja 3”
Introducción a la teoría antibancaria
¿Qué es para mí un banco?, imagínense una fiesta de disfraces, llámese Halloween u otras barrabasadas dignas de nuestra alienada sociedad peruana. Ahora imagínense ver llegar a una hermosa y ardiente señorita señalada de cometer los peores actos de impudicia y lujuria de la ciudad, disfrazada de un brillante y pulcro ángel. El disfraz le queda perfecto, todos le toman fotos, le hablan y alaban. Pero detrás de ese gran disfraz siempre estará esa insaciable devoradora de hombres. Un banco es prácticamente lo mismo, nos engatusa con sus publicidades y palabras. Contrata gente con una labia divinizada, pero al final siempre saldrá ganando a costa de nuestro noble esfuerzo; pero eso sí, cuando le pidas ayuda, no esperes una mano extendida, sino una levantada para darte con más fuerza, contratos firmados diciendo que aceptas toda derrota, y una larga penuria con la que tendrás que aprender a convivir.
Irónicamente trabajo en un banco. Sé que me pueden culpar de inconsecuente, o incongruente. Hasta de traidor. Pero la vida social me ha llevado a estas escalas, donde no pretendo quedarme, pero aún no veo la salida. Sin embargo aquí estoy, encerrado tras un largo mueble que divide a los clientes de nosotros, que divide el mundo horrendo de mis fantasías. Que divide el horror de la belleza. En ese limbo vivo y existo, en ese limbo sobrevivo. Desde ese limbo escribo.
Marcos Rubén Ravelo Ruljancic
“Caja 1”
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